Diversos son los marcos teóricos que co-existen dentro del ámbito de la Psicología.
Cada corriente tiene sus perpectivas teóricas, sus herramientas prácticas y una visión y concepción del ser humano que difieren.
Es cierto que determinados marcos teóricos o corrientes pueden ser más convenientes para ciertas temáticas; no es lo mismo consultar por una depresión o un trastorno alimenticio, que por una situación de crisis puntual, de la misma manera no lo aboradrá igual una corriente que otra.
Hoy en día y gracias a Internet, nos es más fácil obtener información sobre las distintas corrientes y esto hace que nos podamos inclinar por la elección de una u otra en función de cuánto nos identifiquemos con la información recibida, es decir, con nuestros valores, nuestras creencias, con lo cómodo o incómodo que nos sintamos con un método de trabajo u otro, etcétera.
Por otra parte, es importante destacar que, cada psicólogo/a, independientemente de su marco teórico de referencia, cuenta con el bagaje de conocimientos de todas estas corrientes que se transforman en su caja de herramientas, a la hora de trabajar con cada consultante.
No obstante, independientemente del abordaje al que cada profesional de la salud mental adhiera y proponga como forma de trabajo, lo fundamental para que un proceso de psicoterapia resulte efectivo es la relación que se establezca entre psicólogo/a y consultante.
Es muy común que se le pida a la Psicología respuestas rotundas y cerradas sobre una determinada problemática u otra, pero no debemos olvidar que la psicología no es como la medicina, donde todo está estandarizado y sistematizado y cuyo objetivo final es la cura del paciente, es decir alguien que padece y espera a que otro desde su saber lo cure.
La Psicología no cura (y esto muchas veces es difícil de entender), sino que alivia malestares que nos impiden vivir nuestra cotidianidad de forma plena y saludable.
El trabajo del psicólogo/a consiste en proponer un camino conjunto, que necesita un esfuerzo de trabajo por parte del consultante, sin la cual, no hay mejoría posible.
El rol del psicólogo/a no es el del que sabe mientras el consultante es el del que no sabe. Ambos saben algo y ambos desconocen muchas cosas que irán dscubriendo juntos. Lo que marca la asimetría en los roles, es que el psicólogo dispone de conocimientos e instrumentos de trabajo para ayudar al consultante a descifrar sus problemas, a encontrar una explicación a sus conflictos y para recomendarle la ayuda más efectiva para resolverlos.
El trabajo consistirá en dividir la problemática en pequeñas partes, para que nos sea posible descubrirlas, digerirlas, cuestionarlas y modificarlas.
De aquí la importancia de sentir la necesidad de consultar. Es importante que el consultante sienta la necesidad de solicitar ayuda, que sienta que hay un malestar que lo aqueja y que necesita que un psicólogo/a lo oriente y/o lo asesore. Esta necesidad es fundamental para llevar adelante una psicoterapia.
Muchas veces, llegan a consulta, personas derivadas por médicos, instituciones, familiares o amigos, con un fuerte descreimiento en la psicología, en estos casos, es muy difícil iniciar un proceso de psicoterapia, incluso diría, un asesoramiento u orientación. Independientemente de la buena disposición con la que asistan, es conveniente postergar este proceso hasta que ese consultante, esté convencido de por qué fue derivado a nosotros, es decir, hasta que sienta la necesidad de hacerlo.
Cada persona se las ingenia, a su ritmo y como puede, para abrirse camino...sólo hay una forma de comerse un elefante: dando un mordisco detrás de otro.
Desafortunadamente el sufrimiento siempre nos puede salpicar pero es bueno saber que el alivio, por suerte, es posible. No es necesario "estar loco", para consultar a un psicólogo/a, la salud mental es un derecho y no un lujo.