miércoles, 5 de septiembre de 2012

Psicologización de la Vida Cotidiana



Desde hace un tiempo, asistimos a una tendencia a psicologizar todo lo que ocurre en nuestra vida individual, familiar y social. 

Hace ya tiempo que el mundo de la ficción encontró en la psicología y todos sus axiomas un universo para explotar: series de televisión, obras literarias, obras de teatro, películas, parodias, acercan el mundo psi a la población en general.
Hoy, y gracias también a las consultas en Internet,  la gente conoce la existencia de un trastorno obsesivo compulsivo o una fobia y hasta opina sobre sus causas y posible tratamiento. 
El público general está familiarizado con conceptos como ansiedad, acto fallido, complejo de Edipo, represión y tantos más. Al punto que hoy todo parece pasar por el filtro de la psicología: se apela a ella para explicar cada movimiento humano o, incluso, para pedir permiso antes de ese movimiento.

Este acercamiento tiene como aspecto positivo el conocimiento y la colectivización de aquellos aspectos vinculados a la mente humana, el inconsciente, la conducta y los diversos  vericuetos del ser humano para adaptarse o apartarse del mundo circundante. Pero también, ha permitido salir al psicólogo de su ostracismo y de un mundo, en apariencia, solo comprensible para unos pocos. Me atrevería a decir que ha hecho perder el lugar de susto, de lo desconocido o de la locura que la figura del psicólogo entraña.

No obstante, esta psicologización presenta riesgos y requiere cierta precaución.

Partimos de la base de que la psicología no puede explicar, ni modificar por sí sola la dramática humana, por lo que, no es posible, ni adecuado psicologizar  todo lo que acontece.

Es importante que como profesionales de la psicología, se tome cierta distancia de esta psicologización, para no caer en una banalización de la disciplina y en una cierta hipertrofia de recurrir a explicaciones psi para todo.

Sobre este tema el Licenciado Luis Leopold, se ha referido como "biblioteca de aeropuerto": algún que otro escrito, que dan la idea  de que la piscología es algo sencillo, que todo el mundo puede opinar, de que estudiarla es fácil, que no conlleva investigación sistemática, ni fundamentaciones teóricas, que no requiere más que involucramientos personales.

Es parte de  nuestra responsabilidad como profesionales de la psicología, saber tomar la distancia óptima y adecuada de esta psicologización, en pos de evitar la confusión y cierta peligrosidad. 

martes, 4 de septiembre de 2012

Decir la verdad o no, es independiente de mentir


Hace muchos años, cuando apareció en el mundo el detector de mentiras, todos los abogados y estudiosos de la conducta humana estaban fascinados. 

El aparato se basa en una serie de sensores que detectan las variaciones fisiológicas de la sudoración, contracturas musculares, variaciones de pulso, temblores y movimientos oculares que se producen en cualquier individuo mientras miente.

En aquel entonces, las experiencias con la «máquina de la verdad», como se la llegó a llamar, proliferaban por doquier.
Un día, a un abogado se le ocurrió una investigación muy particular. Trasladó la máquina al hospital psiquiátrico de la ciudad y sentó en ella a un internado: J. C. Jones. 
El señor Jones era un psicótico y en su delirio aseguraba que era Napoleón Bonaparte. 
Quizá por haber estudiado historia, conocía a la perfección la vida de Napoleón y enunciaba con exactitud y en primera persona pequeños detalles de la vida del Gran Corso, en secuencia lógica y coherente.

Los médicos sentaron al señor J. C. ante el detector de mentiras y, tras una rutina de calibración, le preguntaron:
—¿Es usted Napoleón Bonaparte?

El paciente pensó durante un instante y después contestó:

—¡No! ¿Cómo se le ocurre? Yo soy J. C. Jones.

Todos sonrieron, excepto el operador del detector de mentiras, que informó de que el señor Jones ¡estaba mintiendo!

La máquina demostró que cuando el paciente decía la verdad (es decir, cuando afirmaba ser el señor Jones), estaba mintiendo….porque él creía que era Napoleón Bonaporte. 
  

lunes, 27 de agosto de 2012

¿Cómo elegir una psicoterapia?


Diversos son los marcos teóricos que co-existen dentro del ámbito de la Psicología.

Cada corriente tiene sus perpectivas teóricas, sus herramientas prácticas y una visión y concepción del ser humano que difieren.

Es cierto que determinados marcos teóricos o corrientes pueden ser más convenientes para ciertas temáticas; no es lo mismo consultar por una depresión o un trastorno alimenticio, que por una situación de crisis puntual, de la misma manera no lo aboradrá igual una corriente que otra.
Hoy en día y gracias a Internet, nos es más fácil obtener información sobre las distintas corrientes y esto hace que nos podamos inclinar por la elección de una u otra en función de cuánto nos identifiquemos con la información recibida, es decir, con nuestros valores, nuestras creencias, con lo cómodo o incómodo que nos sintamos con un método de trabajo u otro, etcétera. 

Por otra parte, es importante destacar que, cada psicólogo/a, independientemente de su marco teórico de referencia, cuenta con el bagaje de conocimientos  de todas estas corrientes que se transforman en su caja de herramientas, a la hora de trabajar con cada consultante.

No obstante, independientemente del abordaje al que cada profesional de la salud mental adhiera y proponga como forma de trabajo, lo fundamental para que un proceso de psicoterapia resulte efectivo es la relación que se establezca entre psicólogo/a y consultante.

Es muy común que se le pida a la Psicología respuestas rotundas y cerradas sobre una determinada problemática u otra, pero no debemos olvidar que la psicología no es como la medicina, donde todo está estandarizado y sistematizado y cuyo objetivo final es la cura del paciente, es decir alguien que padece y espera a que otro desde su saber lo cure.

La Psicología no cura (y esto muchas veces es difícil de entender), sino que alivia malestares que nos impiden vivir nuestra cotidianidad de forma plena y saludable.

El trabajo del psicólogo/a consiste en proponer un camino conjunto, que necesita un esfuerzo de trabajo por parte del consultante, sin la cual,  no hay mejoría posible.
El rol del psicólogo/a no es el del que sabe mientras el consultante es el del que no sabe. Ambos saben algo y ambos desconocen muchas cosas que irán dscubriendo juntos. Lo que marca la asimetría en los roles, es que el psicólogo dispone de conocimientos e instrumentos de trabajo para ayudar al consultante a descifrar sus problemas, a encontrar una explicación a sus conflictos y para recomendarle la ayuda más efectiva para resolverlos.

El trabajo consistirá en dividir la problemática en pequeñas partes, para que nos sea posible descubrirlas, digerirlas, cuestionarlas y modificarlas.

De aquí la importancia de sentir la necesidad de consultar. Es importante que el consultante sienta la necesidad de solicitar ayuda, que sienta que hay un malestar que lo aqueja y que necesita que un psicólogo/a lo oriente y/o lo asesore. Esta necesidad es fundamental para llevar adelante una psicoterapia.

Muchas veces, llegan a consulta, personas derivadas por médicos, instituciones, familiares o amigos, con un fuerte descreimiento en la psicología, en estos casos, es muy difícil iniciar un proceso de psicoterapia, incluso diría, un asesoramiento u orientación. Independientemente de la buena disposición con la que asistan, es conveniente postergar este proceso hasta que ese consultante, esté convencido de por qué fue derivado a nosotros, es decir, hasta que sienta la necesidad de hacerlo.

Cada persona se las ingenia, a su ritmo y como puede, para abrirse camino...sólo hay una forma de comerse un elefante: dando un mordisco detrás de otro.

Desafortunadamente el sufrimiento siempre nos puede salpicar pero es bueno saber que el alivio, por suerte, es posible. No es necesario "estar loco", para consultar a un psicólogo/a, la salud mental es un derecho y no un lujo.


domingo, 26 de agosto de 2012

Viena, Freud y el Psicoanálisis

El Sigmund Freud Museum, está en la ciudad de Viena, en la calle Berggasse, 19, es de fácil acceso, ya sean en tranvía, metro o autobús.
En las inmediaciones se encuentra el Sigmund Freud Park, en homenaje al creador y padre del Psicoanálisis. Parque, que me sorprendió gratamente, ya que habla de un reconocimiento de la ciudad a una figura muy importante de la ciencia, la médicina, la neurología y la psicología, más allá de los grandes amores y odios que suele despertar su figura.Si bien Sigmund Freud, no es austriaco, ya que nació en Moravia, en la República Checa, fue en Austria y concretamente en Viena, donde inauguró su consulta médica en 1891 y desarrolló la disciplina que cambió de forma radical la forma de entender la psique humana.
En esta casa, hoy museo, fue dónde se desempeñó como psicoanalista y escribió varios de sus estudios y casos clínicos, hasta que se exilió en Inglaterra.Caminar por la calle Berggasse, hasta llegar al número 19, me hizo imaginar aquella época, en la que Freud, junto a su familia, caminaban, llevando consigo la condición de ser judío en una Viena azotada, por el surgimiento y consolidación del nazismo. Dicho aspecto, nada tenía que ver con la tranquilidad y paz que se respiraban en la actualdad.El edificio, dónde se encuentra la Casa-Museo, es un edificio muy elegante y conservado. No recuerdo, si había ascensor o no, porque yo preferí hacer el recorrido por la escalera hasta la planta donde se encontraba; en la puerta aún se conserva junto al timbre, el nombre de S.Freud.Una vez dentro, existe la posibilidad de adquirir audioguías en casi todos los idiomas. 
Las distintas habitaciones que componen la casa-museo, destilan un clima de intimidad e introspección. Por un instante me dió la sensación, que en cualquier momento, se presentaría Freud en persona, cómo si el tiempo real no existiera.Dentro, también se observa, la persecución con la cual vivían (al igual que el resto de familias judías), los Freud: puertas con cerrojos, rejas y trancas.A lo largo de las habitaciones, se puede observar un recorrido por la vida y obra de Freud: autógrafos, documentos, fotografías, objetos personales y una muestra de su colección de antiguedades.Parte del mobiliario, es réplica. El original se encuentra en el Museo de Londres, pero su hija Anna Freud, ha donado artículos valiosos a este Museo. La sala de espera de la consulta, por ejemplo conserva el mobiliario original.Si bien es verdad, que para mí, fue una experiencia única, poder estar en el lugar donde se gestó la teoría y práctica del psicoanálisis, lo que más me cautivó fue esa sala de espera de la práctica, ya que además, me permitió confirmar, su legado en la práctica actual. Lo que Freud intrumentó por conveniencia, comodidad, seguridad, disponiendo del espacio de su casa como podía para poder vivir y tener su consultorio, en el mismo lugar, por cuestiones ecónomicas básicamente, es lo que hoy se utiliza como modelo casi riguroso y standart de toda consulta psicoanálitica. Estar in situ, es asitir, al nacimiento del psicoanálisis como tal.Por otra parte, existe una sala de proyecciones, donde se pueden ver películas de la vida privada de la familia Freud. 
El Museo, opera como un centro de investigación, reflexión y estudio, que dan lugar a exposiciones y encuentros itinerantes. Posee también una biblioteca científica y una sala de exposiciones y actos.Yo me hubiera quedado todo el día, deambulando por allí, me hubiera gustado estar días y días, para disfrutar sobre todo de los miles de libros de su biblioteca, pero el tiempo es tirano y Viena merecía otros recorridos.